Un hombre fue golpeado, desnudado y atado a un poste, sin que policías intervinieran para frenar la agresión.
Los clamores de la multitud furiosa, hombres y mujeres, salían de sus gargantas como lenguas de fuego. Exhalaban brasas ardientes en contra de un único hombre en forma de condena: «¡Línchenlo, quemenlo, mátenlo! «.
En aquel 8 de abril de 2019, alrededor de 200 personas detuvieron a Eduardo, acusándolo de hurtar bicicletas en la colonia El Fithzi, en Ixmiquilpan, al norte de Hidalgo.
La ONU-DH condena el linchamiento de un presunto feminicida en Tekit, Yucatán.
La multitud estaba fuera de control. Lo apresaron, lo hicieron recorrer las calles, le propinaron golpes en la cabeza, el rostro, el abdomen, los brazos y las piernas. . . utilizaron un bat y un machete.
Con la cara cubierta de sangre, lo ataron a un poste, le quitaron la camiseta y el pantalón, y lo golpearon mientras que los policías municipales no hicieron nada por frenar a la multitud.
Después de más de dos horas de violencia, entre las 13:22 y las 15:50, llevaron a Eduardo, en agonía, a la agencia del Ministerio Público local.
Allí fue visto en un estado crítico y llamaron a la Cruz Roja. Una ambulancia con dos paramédicos llegó y encontraron al hombre boca abajo, en la acera, cerca de la entrada a las oficinas.
Eduardo estaba inconsciente y no respondía. Los paramédicos lo dieron vuelta para comprobar si aún tenía signos vitales. Su pulso era débil.
Presentaba lesiones en la cara, con la cabeza hinchada y fracturas en los dedos. Tenía moretones, rasguños y el tabique nasal desviado.
Su estado era delicado y fluctuante
Lo llevaron a un hospital. Durante el trayecto, Eduardo sufrió un paro cardiorrespiratorio, pero un paramédico logró reanimarlo. Arribó al hospital con signos vitales, pero ahí falleció.
La causa oficial de su muerte fue: «anemia aguda secundaria de hilio pulmonar de tórax». En otras palabras, sangrado proveniente de los pulmones.
Eduardo fue objeto de un linchamiento, sin embargo, el informe médico no mencionaba nada al respecto.
Golpes, fuego y silencio: la comunidad emite su veredicto
En el centro del país, las calles de Puebla, Estado de México e Hidalgo se han transformado en foros donde los habitantes decidieron ejercer justicia de forma personal, justificando su actuar por el cansancio ante la criminalidad y la falta de justicia.
En estas regiones, el linchamiento ha emergido como la forma más rudimentaria y evidente de justicia comunitaria, pero también refleja la descomposición del estado de derecho.
El caso de Eduardo es solo uno de los muchos incidentes que han tenido lugar en estos tres estados en los últimos años, que lideran, de manera no oficial, las estadísticas de homicidios en grupo a nivel nacional y se han convertido en el núcleo de este problema.
Y se considera no oficial porque no hay un registro que valide los linchamientos, ya que esta práctica ni siquiera se clasifica como un crimen, al menos en ninguna de estas tres regiones.
Allí, las acciones de este tipo son sancionadas, dependiendo del caso, como tentativa de homicidio, homicidio agravado, lesiones, destrucción de bienes o privación ilegal de la libertad.
Además, no hay una definición estándar sobre lo que constituye un linchamiento.
Según la organización Causa en Común, que investiga asuntos relacionados con la seguridad y la justicia, un linchamiento se describe como «una agresión física llevada a cabo por un grupo, turba o multitud contra un individuo, que resulta en su muerte».
Los intentos de linchamiento, por otro lado, se consideran como «una agresión física realizada por un grupo, turba o multitud contra una persona, que no termina en su muerte«.
En Hidalgo, el Protocolo de Actuación Policial para el Control de Multitudes ante el Riesgo de Violencia Colectiva define el linchamiento como el «acto violento ejecutado por un grupo de individuos, impulsados por la multitud, contra una o más personas, bajo la justificación de que supuestamente deben ser castigadas por la comunidad por el presunto cometimiento de un delito o en perjuicio de la sociedad, argumentando la ineficacia de las autoridades, las cuales consideran que no penalizarán a los culpables; por lo tanto, deciden tomar la justicia en sus propias manos y castigar físicamente, de manera directa e inmediata a los presuntos culpables, sin permitirles ninguna defensa, lo que podría resultar en su muerte».
La acusación puede ser por un asalto de bicicleta, una foto mal comprendida o un «robachicos» ficticio de WhatsApp, pero en términos legales el linchamiento no se reconoce.
Puebla y el centro de atención nacional
Puebla se erige como el núcleo de los linchamientos en México, ya que ha sido repetidamente «el foco del problema» por la ocurrencia de esos ataques.
Desde 2015 hasta ahora, al menos 113 personas, incluidos hombres, mujeres y menores, han fallecido debido a asesinatos en grupo en esta región, según información de la Secretaría de Gobernación estatal y la Comisión de Derechos Humanos del Estado. Esto representa un promedio de once muertes al año.
MILENIO llevó a cabo un análisis de los informes emitidos por estas dos entidades en respuesta a preguntas de medios de comunicación, así como a reportes anuales y a la información obtenida a través de la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT).
Los datos revelan que se han registrado mil 211 intentos de linchamiento en al menos 100 municipios de Puebla, de los cuales el nueve por ciento terminó con víctimas mortales, siendo la mayoría hombres.
La ciudad capital presenta el mayor número de incidencias, contabilizando el 42 por ciento, principalmente debido a las detenciones realizadas por los vecinos contra individuos acusados de robos y asaltos, a pesar de la intervención de la Policía Estatal, las Policías Municipales y la Guardia Nacional.
Este fenómeno ha crecido en la zona, a pesar de que las autoridades lanzaron el Protocolo de Actuación para Casos de Intentos de Linchamientos, que está en vigor desde mayo de 2019.
Curiosamente, ese año fue el que registró la mayor cantidad de linchamientos en la historia de Puebla, con 276 incidentes, resultando en 362 individuos salvados y 20 fallecidos. Se destacó un caso en Cohuecan y Tepexco, limítrofes con Morelos, donde siete hombres perdieron la vida tras ser golpeados, apedreados e incluso ahorcados en un árbol, presuntamente por un intento de secuestro.
Con información de milenio.com
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