El estado emocional como la felicidad ha sido objeto de estudio e interés tanto en el ámbito científico como en estudios sociales.
La pregunta acerca de cómo la felicidad afecta al cerebro humano ha motivado a numerosas personas a explorar las complejidades de la mente y las emociones. Al mismo tiempo, algunas investigaciones se centran en medir el nivel de felicidad de las personas en relación con la situación socioeconómica de cada país.
Según diversos estudios científicos, la felicidad está vinculada a una serie de cambios químicos y estructurales en el cerebro. Varias de las investigaciones coinciden en que uno de los neurotransmisores clave asociados con la felicidad es la dopamina.
Dopamina
La liberación de dopamina está relacionada con sensaciones de placer y recompensa. Investigaciones como las realizadas en el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos han demostrado que la dopamina representa un factor clave en la regulación del estado de ánimo y la felicidad.
Asimismo, investigaciones neurocientíficas revelan que la felicidad puede tener un impacto positivo en la estructura cerebral.
Un estudio de la Universidad de Harvard (EE UU) encontró que las personas que reportaron altos niveles de felicidad tenían en común estar liberadas de presiones o inseguridades personales.
“La gente es más feliz a partir de los 60 años de edad porque a esa altura de la vida nos quitamos obligaciones de encima, amistades que no nos hacen felices o reuniones que no nos gustan”, señala una de sus investigaciones. Aunque los expertos reconocen que, a cualquier edad, la felicidad depende de una combinación de factores.
Bienestar físico y mental
Además de los cambios químicos y estructurales, la felicidad también puede influir en la salud física y mental de una persona. La doctora Sonja Lyubomirsky, psicóloga y autora del libro La Ciencia de la Felicidad, destacó que este estado de ánimo guarda relación con una mejor salud cardiovascular, un sistema inmunológico más fuerte y una mayor longevidad.
Esto sugiere, según portales especializados en la salud, que cultivar la felicidad no solo tiene beneficios emocionales, sino también repercusiones positivas en la salud general.
No obstante, otros especialistas resaltaron que la felicidad no es un estado constante ni permanente. Elizabeth Dunn, profesora de psicología en la Universidad de British Columbia (Canadá), ha aclarado que perseguir la felicidad de manera obsesiva puede tener un efecto contrario y llevar a niveles más bajos de bienestar.
En lugar de centrarse exclusivamente en la búsqueda de la felicidad, los expertos sugieren adoptar estrategias que fomenten un sentido de propósito, relaciones sociales significativas y gratitud.
El impacto del entorno
Además, la genética y el entorno desempeñan un papel importante en la determinación de los niveles de felicidad de una persona. Para Ed Diener, psicólogo de la Universidad de Illinois (EE UU), la felicidad está conformada por factores como satisfacción vital, afecto positivo y afecto negativo.
Sin embargo, investigaciones señalan que esto no significa que la felicidad esté completamente predeterminada por la genética debido a que el entorno y las experiencias también tienen un impacto significativo.
Especialistas sugieren una serie de estrategias como la práctica constante de la gratitud, el establecimiento de metas realistas, la conexión social y el ejercicio físico regular que ayudan a tener un mayor bienestar emocional.
La neurociencia también ha respaldado que la meditación y la atención plena ha contribuido a reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo. Además, especialistas de la salud mental sugieren adoptar enfoques equilibrados y realistas para buscar la felicidad, centrándose en aspectos como el propósito, las relaciones y la gratitud.
Con información | El diario
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